No me llames brisa mansa
ni susurro contenido,
abandona tu afán por embotellarme
en tarros de cristal opaco
y por cercarme con barrotes de oro falso.
Ten por seguro
que no podrás contenerme
ni calmar mi aullido ronco,
nunca podrás cegarme
para marcar mi camino.
Porque yo soy el mismo viento
enérgico y libre
que busca su norte
mientras gira cada veleta.
Mi alma está fraguada de fuego y alas,
de sueños y pulsos contenidos por tiempo,
encerrados en cómoda cobardía.
Aquí me ves,
ya abandoné la botella que me contenía,
los barrotes que me ahogaban
no volveré allí nunca más.
2 comentarios:
Gran poema. Me ha llegado al alma. Como la brisa del mar llega al corazón de una persona que jamás ha visto el océano.
Precioso.
Bonito canto a la libertad. Me ha gustado.
Un beso
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