miércoles, 2 de enero de 2008

poesía fragante


he aprendido en Schuaima
el arte de respirar
el arte de oler
los aleteos de la lluvia o de la música
el aroma del mar
cuando duerme sobre el olor a brea de las pequeñas embarcaciones
sé cuando la noche
está pintada de estrellas y ovellones
cuando la brisa trae canciones
colgadas en las hojas envejecidas de perfumes
sé leer con mi nariz
un libro virgen
un poema embalsamado de aceites
gracias a mi olfato
me saturo de flores y velámenes
sé a lo que huelen las muchachas
suerbo con mi nariz rizada por el viento
sus faldas invadidas de geranios
sus cabellos apoltronados de fragancias
oscuras, rubias o castañas
he aprendido en esta tierra
que las cosas se ven mejor con el olfato
no hay ningun recuerdo, ninguna brisa, ningún beso
que logre escapar
al hálito respirado por una nariz enamorada
sé de que olores se visten
las hormigas, las piedras los grillos
las noches lluviosas y lejanas
he aprendido a capturar
el aroma de las cosas "inanimadas"
los maderos, las esferas, las semillas
las ventanas de las enamoradas
el viento cuando no trae otro perfume que el silencio
he aprendido en Schuaima
el arte de respirar
el arte de embriagarse con el cosmos
con la danza púrpura de las flores
el arte de distinguir sin más presagios
que el espíritu y el cuerpo
convergen donde empiezan las fragancias
y que el corazón queda muy cerca de la nariz

Winston Morales Chavarro



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